Tengo una vida muy azarosa y
un imprevisto me seccionó la cabeza.
Sin contemplaciones,
sin pena, ni asombro.
No fui capaz de esquivar la coyuntura.
Un mes desangrándome, mi cuerpo está baldío.
Voy aguantar lo que pueda aunque no prometo nada.
Ya no podré decir realmente lo que siento,
eso si tengo suerte y continúo sintiendo.
Adiós a mis bonitos sueños.
Tal vez cuerpo y cabeza por separado funcionen mejor -escucho-.
Nunca fueron grandes amigos.
Es sólo una cabeza -me dicen- no es nada importante…
Sólo lo que está ligado a nosotros lo es?
Siento miedo.
No por mi cuerpo, que sobrevivirá fácil,
sino por este mundo guillotinado.